Cuando en algunos foros preguntan sobre la fecha de inauguración de un parque a escala metropolitana, no puedo evitar mencionar la necesidad de una visión a largo plazo, de integralidad en el diseño y construcción de una obra de esta magnitud. La realidad es que difícilmente existe en nuestra ciudad una perspectiva de alcance regional en la detonación de espacios públicos, mucho menos una concepción del potencial integrador de un parque a escala metropolitana, por no decir nacional o internacional.
¿Cuáles son los alcances reales de un parque urbano?, ¿cuál es su diferencia respecto del modelo tradicional de “parque de manzana” que impera en nuestro medio social?
Algunos involucrados en la realización de Paseo Verde comprendemos el profundo potencial del Parque como instrumento de política pública, como espacio público y social, y como detonador económico y turístico. Ello implica, necesariamente, un trabajo permanente.
Para comprender realmente el papel del parque urbano en la vida y desarrollo de una ciudad, se requiere tener una visión más clara sobre el impacto de los principales parques urbanos en el mundo. En todos ellos encontramos un esfuerzo por conciliar los intereses económicos con el respeto al entorno y la naturaleza, incluso de encontrar un equilibrio entre la naturaleza y el ser humano. Países desarrollados ven en los espacios públicos una estrategia efectiva de gestión urbana que aporta funciones ambientales, valores sociales y de naturaleza urbana, por encima de características estéticas u ornamentales.
Es verdad, la funcionalidad ecológica consiste en el componente vegetal, la reducción de contaminantes y el incremento en la naturalidad de las áreas verdes como valor del hábitat, muy importante en nuestro clima tan caluroso. El manejo ambiental de recursos considera los consumos de agua y energía, la producción y manejo de residuos sólidos y líquidos, la calidad del aire… pero muy importante también es la función social que se refiere a la seguridad, tranquilidad y accesibilidad del Parque.
Los espacios públicos deben generar integralidad social y ésta, necesariamente, debe enclavarse en un proceso de participación ciudadana bajo modelos de Gobernanza.
Éste entendimiento es una conquista histórica. En la antigüedad se tenía una falta de interés en los espacios públicos pues las primeras ciudades eran pequeñas, posteriormente en el Renacimiento las áreas verdes eran privilegio exclusivo de las clases altas y fue hasta la Revolución Industrial cuando se requirió la dotación de servicios de área verde como respuesta al deterioro en las condiciones de vida urbana. Se comenzó entonces la planeación de numerosos parques urbanos en las principales ciudades del mundo.
El valor y la riqueza real de un parque a escala urbana, o en este caso, metropolitana, radica en su capacidad como catalizador social, como vértice de encuentro donde convergen por igual las diversas clases sociales, el Norte y el Sur, mujeres, hombres, jóvenes, niños, adultos de la tercera edad y personas con discapacidad y grupos marginados; la sociedad como tejido vivo y razón de ser de la cuidad.
En la medida en que un parque se vuelva este espacio público dinámico de reintegración social, de actividad económica, comercial, de recreación, esparcimiento, cultura, deporte, arte y creatividad urbana, se podrá considerar un espacio exitoso y sostenible, muy por encima de la consideración exclusiva desde el punto de vista ambiental.
Los parques urbanos de mayor trascendencia no surgen espontáneamente como resultado de un proceso artificial o arbitrario. Son consecuencia de procesos históricos, movimientos sociales, explosiones culturales o artísticas. Por ello consideremos que el impacto real de un parque a escala urbana debe medirse necesariamente en cada uno de sus procesos. Desde la sensibilización de la problemática, el diseño conceptual, la creación de contenidos, el componente artístico-arquitectónico, el modelo de construcción, la construcción ambientalmente amigable, la comunicación social, la operación eficiente y el mantenimiento adecuado.
La condición de sostenibilidad de un Parque Urbano no puede limitarse exclusivamente al componente ambiental o de manejo de recursos. Se debe considerar también su fortaleza como catalizador de integración social, su capacidad de generar identidad y orgullo como símbolo de determinada cultura y sociedad, y su cohesión en cada uno de sus procesos, como la sensibilización, el diseño, los contenidos, el componente artístico-arquitectónico, la construcción, comunicación social, operación y mantenimiento eficientes.
Reiteramos: un parque sostenible es un parque concebido, diseñado, creado y operado bajo modelos de participación ciudadana y gobernanza. Un parque sostenible se construye con y para la comunidad.