de José Luis Antonio Sauma Castro

Mi buen amigo David Montañez Rufino público hace unos días una reflexión de la obra de Jan Gehl, Ciudades para la gente, y citó: “caminando he tomado contacto con mis mejores ideas”, inspirado en esta frase decidí hacer lo propio y salir en busca de algunas ideas pero fue precisamente no encontrar donde caminar lo que me hizo entender el sentido más puro de esta frase.

Pude observar que el desorden, desinterés y desánimo se han apoderado silenciosa y gradualmente de nuestros espacios públicos, con la complacencia de las autoridades y también, hay que decirlo, de los ciudadanos.

Estudiantes que van caminando sobre un arroyo vehicular que ha sido escrupulosa y costosamente reconstruido, pero sin el mínimo interés por procurar la seguridad de quienes utilizan un modo de transporte distinto al automóvil particular. Ellos son solo algunos de quienes padecen a diario la degradación de la ciudad y la falta de atención por parte de las autoridades que no logran pasar del discurso al hecho, de incidir con acciones claras lo que en el discurso mediático se señala con tanta vehemencia.

Av. Andres García Lavin, Mérida, Yucatán.

Pero no son solo los estudiantes, somos todos quienes tomamos a diario un autobús, nos trasladamos en bicicleta o usamos las banquetas (o al menos donde las hay) quienes nos hemos acostumbrado a ir perdiendo cada vez más nuestro espacio público, lo perdemos por el desinterés de la autoridad en construir calles completas, de esas que están pensadas en los que caminamos a diario para trasladarnos a nuestro trabajo, al mercado, a la escuela, al médico o donde fuese, sin el temor permanente de ser arrollados por un vehículo que, dicho sea de paso, está de estreno con su calle nuevecita que ahora le permite ir a mayor velocidad y llegar a tiempo a su destino, sin el menor interés de otros usuarios del espacio público a quienes además se les recrimina si acaso tuviesen el atrevimiento de invadir “su espacio”.

Debería ser prioridad de la autoridad realizar obras de urbanización que sean incluyentes  y no obras que respondan a las prisas de aplicar el recurso con el absurdo argumento de “porque ahora lo hay”. La autoridad está para defender nuestros intereses y de acuerdo a nuestra Constitución, por sobre todo la vida, implícitamente evitar poner a la población en condiciones de vulnerabilidad y peligro. La construcción o reconstrucción de calles debe ser más que eso, debe ser un proyecto de movilidad, que recoja las inquietudes de los usuarios, de los vecinos, de la comunidad. Si el argumento, como suele advertirse, es la falta de recursos, entonces debemos ser los ciudadanos quienes exijamos que las cosas sucedan porque claro que pueden suceder.

Av. Andres García Lavin, Mérida, Yucatán.

Aunque para esto primero debemos abandonar la comodidad de hacer críticas estériles y retomar nuestro derecho a participar, derecho que inconscientemente hemos ido olvidando y que me recuerda a aquella analogía de “el sapo en la olla” que al calentarse de poco a poco no hace el intento por salvar su vida gracias a su enorme capacidad de adaptarse a la temperatura que gradualmente aumenta, hasta que inevitablemente resulta imposible, así estamos en la ciudad, llegando al punto de cocción.