de José Luis Antonio Sauma Castro

Inicio el cierre de esta contribución para M50 haciendo un paréntesis para destacar como, en el contexto nacional, el pueblo de México se ha unido en apoyo a nuestros hermanos que sufrieron, con motivo de los recientes sismos, pérdidas humanas (lo más lamentable) o en su patrimonio. A partir de este suceso surgieron mil y una manera de canalizar donativos a través de diferentes empresas e instituciones, algunas o varias con el fantasma de la corrupción, de entre todas (sin pretender juzgar por una acción y sin meterme en otro tipo de análisis de intereses particulares), el único que ha mostrado claramente una estrategia de recaudación, un informe de lo recaudado, el destino de los recursos y las medidas de vigilancia en su aplicación ha sido la fundación Carlos Slim A.C., caso que refiero solo para destacar que no solo hay la manera de hacer las cosas bien sino, de manera transparente, exponer el origen y destino de los recursos, asegurándose que se use para lo que los donantes esperan que sea usado, ni más ni menos.

Valdría la pena explorar la posibilidad de seguir un modelo similar en nuestras obras de urbanización, que con la participación de la sociedad, los empresarios, la academia y el gobierno se encuentren mecanismos de financiamiento de las empresas asentadas en nuestro territorio para detonar obras que mejoren la movilidad y los espacios públicos, son temas de la mayor importancia para los propios empresarios ya que catapultaría su imagen, diversificarían en positivo los modos de transporte para acceder a sus negocios (en el imaginario de que los estacionamientos comerciales tuvieran cuota, el transporte público sería una opción más socorrida) y todo esto con el beneficio en el incremento de sus ventas e ingresos, solo necesitamos desarrollar nuestra capacidad de organizarnos, de contar con un proyecto integral y de garantizar la transparencia en el uso de los recursos, con esto podríamos lograr, en principio, espacios públicos incluyentes, accesibles, agradables y útiles, permitiría incluso modificar hábitos como, al salir de la casa por el motivo que sea, plantearnos la posibilidad de usar más de una opción de movilidad, lo que quizás para muchos actualmente ni de casualidad cruza por su mente.

Av Andres García Lavin, Mérida, Yucatán.

 

 

 

 

 

 

En oficinas públicas, iglesias, plazas comerciales y negocios actualmente se han limitado a construir, en lo que respecta al espacio público, exclusivamente la banqueta de su frente por mera imagen ya que es evidente que funcional no resulta sin una continuidad, muchos optan por eliminar incluso las banquetas y convertir todo su frente en un acceso amplio y privilegiado para el automóvil, algunos otros, más intrépidos, ocupan su frente como una extensión de su negocio, todo esto en la complacencia y falta de autoridad. Pese a todo esto insisto en creer en la disposición de los empresarios, en su compromiso con la ciudad y con sus intereses, por eso me atrevo a asegurar que es una cuestión de plantearnos objetivos claros, hablar con franqueza y organizarnos, se requieren recursos y esos no caen del cielo, se requiere de transparencia en su uso y se requiere del aval de la ciudadanía, se requiere del apoyo de los académicos y de los especialistas en movilidad, leyes tenemos muchas, buenas y no tan buenas, lo que se necesita hoy es determinación, sentido común y hacer que las cosas sucedan.

Porque no pensar que los comercios alberguen las instalaciones de los paraderos del transporte público, sí, va a restar un par de cajones de estacionamiento en el que llegarían seguramente máximo de 4 personas (en el mejor de los casos) y le cedería este espacio a un transporte público que daría acceso a un mínimo de 10 personas, potenciales clientes, por cada cruce del autobús, pensemos en banquetas que incentive a las personas (nuevamente, potenciales clientes) a moverse entre los diferentes comercios de “la cuadra”, a los vecinos de  la zona a salir de su casa para pasear con un familiar o amigo y eventualmente caer en la tentación de darse un gusto en uno de los comercios de su recorrido. Exijamos, por lo menos,  un carril confinado para uso mixto de transporte público y bicicletas, que la autoridad se comprometa a poner orden en el transporte público y dejar las simulaciones, se necesitan operadores capacitados, que respeten al usuario y sus derechos, que respeten la velocidad y a los ciclistas, que respeten los sitios de acensó y descenso, que sean amables y que reciban un ingreso acorde a estas exigencias.

No me parece que sea utopía y menos en la actualidad en la que, no sé si por efecto de las redes sociales o por mero instinto de supervivencia, las asociaciones pro”algo” se han multiplicado de manera exponencial, todas o casi todas con fines auténticos y positivos, esto es muestra de nuestra naturaleza humana de asociación y un ejemplo de que la participación es fundamental.

En esta lógica la plataforma M50 se vuelve un espacio propicio para la discusión e intercambio de ideas que nos conduzcan a la construcción de consensos y de manera colectiva hacer eco, manteniendo una visión de mejora continua a 50 años, con  políticas públicas acordes a las necesidades y lógica de nuestra Ciudad.

 

Lo ejemplos de lo que pasa en otras partes del mundo sin duda son ilustrativos y aspiracionales pero necesitamos construir nuestra propia historia, participar, actuar y ser nosotros el ejemplo, los Meridanos sabemos hacerlo y hoy nuestra ciudad nos lo demanda.